¿Quién quiero ser?

Quién quiero ser. O quién me gustaría.

Me gustaría poder cambiar esto, el amasijo de sentimientos en el que me he convertido. Poder levantarme y al mirarme al espejo no sentir que necesito ser otra cosa.

Pero realmente quiero ser otra cosa.

Quiero volver a como era antes. No necesariamente rodeada de lo mismo, eso no me gustaría. Pero quiero pode recuperar esa persona, independiente, fuerte -más que nadie- y decidida, con sueños.

¿Qué es la vida sin sueños a los que aferrarse?

No puedo, no, más bien no tengo fuerza. Fuerza para agarrarme con las uñas si fuera necesario a la esperanza de cumplir un sueño. Yo misma acabé con él, como quien acaba con la única creación de su vida.

Realmente no sé cómo volver, solo sé que quier hacerlo. Ayúdame, grito todas las noches.

Pero no ocurre nada. Porque hubo puntos de inflexión en esta vida que la marcaron para siempre.

Pero no deberían haber marcado el futuro.

Aún no había llegado, ¿por qué dejarlo por algo del presente? 

Mucho peor ahora, que ya es pasado.

Sólo quiero sonreír.

No quiero depender de ti, ni de nadie.

Soy lo suficientemente fuerte como para sobrevivir por mí misma.

Necesito demostrarme que es posible.

No necesito que me salves.

Le quería. Ella le quería con cada parte de su cuerpo, tanto que dolía su sola existencia. Dolía porque sabía que tan solo había sido un sueño. Algo que se escapa de las manos en un suspiro, algo demasiado efímero. Y eso era lo que dolía, que ni todo el tiempo del mundo le hubiera parecido demasiado.

Y huyó. ¿Qué más podía hacer? Huir. No podía soportar la idea de ver su sueño siendo cumplido, pero sin ella. Y así le fue.

¿Qué ocurrió?

Nunca más pudo volver a ser como había sido. Esa felicidad plena, el poder entregar el corazón al cien por cien a otra persona, a sí misma. No es que fuera infeliz, todo lo contrario. Pero no podía seguir. No tardó en acabar con el sufrimiento. Él también se lo agradeció. Porque no podía vivir sabiendo que ella aún le quería.

O es le gustaba creer.